La libertad financiera es un proceso que inicia y que se realiza de manera permanente, es más un estilo de vida que se logra a partir de la adquisición de buenos hábitos, no sólo en el área financiera, sino también en las demás que integran nuestra vida.
Los seres humanos somos un engranaje en el que cada área es una rueda, es decir, todas las áreas deben encajar entre si y formar un solo sistema, si alguna no encaja, el engranaje no va a funcionar y el sistema trabajará de manera irregular. Pero si nos esforzamos porque cada una de las ruedas encaje y mantenemos el engranaje aceitado, el sistema marchará con fluidez.
Ahora bien, si enfocamos la libertad financiera únicamente en la generación de dinero y en engrosar nuestra columna de activos, habrán muchas probabilidades de que no la obtengamos, la razón es, precisamente, que somos seres integrales y necesitamos que todas las áreas de nuestra vida permanezcan en equilibrio y en un estado de prosperidad.
La libertad financiera pasa por el diseño y la puesta en marcha de un plan financiero de vida. En esta búsqueda nos encontraremos con muchos desafíos e incertidumbres, y no siempre las cosas saldrán como las habíamos planeado. Aprender a creer en nosotros, en nuestras capacidades y habilidades, cultivar la paciencia, la disciplina, tomar riesgos, cometer errores, aceptar el rechazo, entre otros, son algunos de los desafíos con los que nos encontraremos atravesando esta ruta, así mismo, cada paso puede estar marcado por emociones como el miedo, la ira, la tristeza, la frustración o el ego. Por lo tanto, debemos aprender a ser flexibles, pero a la vez firmes en nuestros objetivos.
En este sentido, la libertad financiera requiere que salgamos de lo convencional y que iniciemos un fuerte trabajo en el desarrollo, tanto de nuestra inteligencia financiera, como de nuestra inteligencia emocional.
La inteligencia financiera nos dará la capacidad de resolver problemas de dinero, nos permitirá tener más opciones, contar con herramientas para enfrentarnos a la toma de decisiones. Por su parte, la inteligencia emocional nos ayudará a tomar consciencia de nuestras emociones, fortalecerá nuestra capacidad de sentir, entender, controlar y modificar los estados anímicos propios y ajenos.
El IQ financiero es 90% emocional y 10% información técnica sobre finanzas y dinero, lo que quiere decir que: el 90% de las decisiones con respecto al dinero las tomamos desde nuestra emocionalidad. Ser inteligentes emocionalmente no significa eliminar o ahogar las emociones, ellas siempre estarán ahí, debemos entrenarnos para gestionarlas, dirigirlas y equilibrarlas. La inteligencia emocional nos permitirá disfrutar de las lecciones y aprendizajes que vamos teniendo mientras avanzamos en el proceso y construímos nuestro sueño.
En la medida en que desarrollemos estás dos inteligencias y tengamos claro cómo queremos estar en cada área de nuestra vida, todo el engranaje se alinerará y lograremos nuestro objetivo.
Recuerda: disfrutar de lo que hacemos nos ayudará a generar una energía de CREACIÓN que suma o multiplica. En tu búsqueda de libertad la inteligencia financiera y la inteligencia emocional son amigas inseparables.
Excelente post. Los artículos que tienen un contenido
significativo, así como perspicaz son más agradable.
Excelente, es una cuestión de disciplina y hábitos, mejor no lo pudiste explicar ese 90 -10 es bastante interesante. Gracias Eli & tus finanzas, siempre atentos a tus artículos.